Hay un calor sofocante que te golpea en la cara cuando abandonas las sombras de casas que sobreviven a la "calorina" con muros de piedra y el run-run de un ventilador. No hay nadie en unas calles sumidas en silencios de siestas.Calles a las que solo se atreven a salir algunos niños que aprovechan el dormitar de sus mayores para dar rienda suelta a sus juegos infantiles.
Todo es parecido a cuando yo era pequeño solo que ahora los niños que me encuentro tienen otro color de piel. Son hijos de los nuevos Quintanos: hombres y mujeres que se han incorporado a un mercado de trabajo que ya solo interesa a aquellos que, no tenían para comer en sus países de origen y que han emigrado en busca de una vida mejor.
No se si estamos ante una nueva forma de esclavitud que hacina a varias familias bajo un solo techo o ante un mundo de oportunidades. Familias que expulsan a los niños de las casas a la calle porque, en sus casas no hay sombra ni sitio para ellos. Casas desvencijadas y alquiladas donde se hacinan decenas de personas y donde siempre hay sitio para un televisor que nunca se apaga. Niños que no entienden de razas ni de religiones forjan su futuro jugando en la calle,al balón o al “pilla pilla”. Mañana serán protagonistas de un mestizaje de color y de iniciativas que, sin duda, enriquecerá nuestro pueblo y nuestra cultura.
El aire acondicionado y la televisión de los Quintanos de siempre han dejado la calle y la fresca para estos nuevos Quintanos que vienen de Rumania, Senegal, Marruecos o Colombia que ya son, según el Censo oficial del Ayuntamiento, el 7 por ciento de la población y de estos la mitad tienen piel y religión distinta a la nuestra.
Me gusta el aire fresco de estos “nuevos Quintanos”, no tienen nada que perder y mucho que ganar y quizas, porqué no, alguno de ellos será nuestro Alcalde en una o dos generaciones.
Miguel Pérez Subías
Quinto, Verano de 2009
viernes, 1 de enero de 2010
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