Todo me recuerda a cuando yo era niño pero ahora los niños son de color. Son hijos de los nuevos Quintanos: hombres y mujeres que se han incorporado a un mercado de trabajo que ya solo interesa a aquellos que, prácticamente, no tenían para comer en sus países de origen.
Todo empieza como en los tiempos de la esclavitud: varias familias se hacinan bajo un solo techo en la que ellos vienen a hacer aquello que nosotros ya no queremos hacer. Familias que expulsan a los niños a la calle, en las horas de la siesta, porque en sus casas no hay sombra para ellos. Casas desvencijadas donde siempre hay sitio para un televisor sin mando a distancia que nunca se apaga.
El aire acondicionado y la televisión han dejado la calle y la fresca para estos nuevos Quintanos que vienen de Rumania, Senegal, Marruecos o Colombia y que ya son según el Censo oficial del Ayuntamiento el 7 por ciento de los Quintanos y de estos la mayoría tienen piel y religión distinta a la nuestra.
Me gusta el aire fresco de los “nuevos Quintanos”, no tienen nada que perder y todo por ganar. Están cambiando la piel de nuestro pueblo, renovando una sociedad adormitada por la televisíon y el aire acondicionado eternamente fustrada acostumbrada a echarle la culpa de todo a los demás.
Los niños, que no entienden de razas ni de religiones, forjan su futuro jugando en la calle,al balón o al “pilla pilla”. Mañana serán protagonistas de un mestizaje de color y de iniciativas que, sin duda, enriquecerá nuestro pueblo.
Fotos tomadas en 2011
Fotos tomadas en 2009
Textos y fotografías de Miguel Pérez Subías
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